¡Abre el ojo a lo desconocido! Puchalski te guía

Este es un artículo un poco diferente, ya que en este caso viene acompañado de las respuestas que me ha dado el propio autor, Víctor Puchalski, de mi tebeo favorito y uno de los más especiales que he leído en mucho tiempo, tanto por su forma como su concepción.

Víctor es uno de esos autores que le gusta experimentar con el lenguaje del comic. Yo le conocí por su posterzine de Kann, era un nombre demasiado molón para dejarlo pasar. En él desarrolla una historia guiada, por el propio formato de póster, de una batalla chunga y llena de adrenalina en donde aparece Kann, un personaje que ya fue desarrollando en su imperdible Enter the Kann, un comic donde cada capítulo está contado con un estilo gráfico diferente, desde lo abstracto hasta una batalla con juguetes como cuando éramos niños.

Experimental y macarra, donde se va viendo a un autor con ganas de romper, pero sobre todo de jugar con lo que tanto le gusta y ama, dándonos obras que no son fáciles o ligeras, el lector tiene que estar involucrado para jugar con lo que el autor propone. Un gustazo.

El origen de todo

Tal y como me comenta el propio autor, quería hacer algo especial de cara al Salón de Cómic de Barcelona de 2017, ya que iba a estar nominado a “autor revelación”. La historia de Jolene, el plot básico, ya existía, pero no encajaba en una serie de historias que había hecho.

Así que después de reformular algunas cosas y trabajar duramente en ello, a Ata, editor de Autsaider Comics y encargada de publicar sus 2 obras anteriores relacionadas con su personaje Kann, se le ocurrió la idea de sacarlo de una forma nunca vista y revolucionaria para el mundo del cómic, ya que en diseño e ilustración ya se había hecho antes: Un comic de 40 páginas que adquiere una doble lectura gracias al uso de la tinta fotoluminiscente que se carga mientras se está leyendo. Víctor hizo hincapié en que no fuera un elemento llamativo, pero vacío de contenido, quería que aportará ese plus a la historia que planteaba.

Mientras lo lees como lo harías con cualquier otro, las páginas se recargan con luz natural o artificial. De esa forma, al terminar de leer la última página, apagas la luz y vuelves a leerlo de tal forma que todo encaja. Adquiere muchas capas de relecturas en las que el lector es parte activa de la historia.

Tócala otra vez, Víctor

Como he comentado, para este artículo cuento con la colaboración del propio autor para desvelarnos las verdades ocultas a la luz de este comic táctil, ya lo entenderéis. Una vez la mente está despejada y listos tus sentidos, es hora de desmenuzar la obra.

Desde la portada podemos ver a la protagonista que te está mirando fijamente a ti. Cuando apagas la luz se descubre la otra realidad, la otra ella que puedes incluso acariciar para realmente sentirla, puedes sentir la tinta fotolumínica. En la contraportada puedes hacerte una idea de por dónde van a ir los tiros por medio de la simbología, haciendo uso, incluso, del misticismo. Si superas esta fase es hora de meterse de lleno en la historia en cuestión.

La página inicial de créditos, una a la que no se le presta demasiada atención, nos hace utilizar otro sentido más, el táctil, pues tienes que tocar las letras y el dibujo que las acompaña. Esa textura que nos da la tinta serigrafiada acompañada por la gráfica, nos dice que es un comic rebosante de misticismo puro con un sabor old school. La sensación que nos produce el fuerte olor de la serigrafía de las partes ocultas hace más favorable la inmersión para las primeras páginas, en la que nos habla un trasunto de Rod Serling, homenaje a la Dimensión Desconocida.

Empieza reflexionando sobre asuntos trascendentales cósmicos de difícil explicación hasta llegar a las realidades infinitas que se abordan con un asunto tan cotidiano como perder unas llaves.

Mezcla de elementos paranormales con algo cotidiano que todos hemos sufrido, ya que esa simple anécdota hace de catalizador para explicar conceptos mucho más complejos, pero que al fin y al cabo, una vez se han encontrado las llaves nos invade una sensación de tranquilidad que hace que no nos angustie todo lo anterior. Menudo viaje en primera…

Ya estás de lleno en la historia, que no deja de ser el clásico viaje iniciático del héroe griego, en el que, en este caso, el maestro cede el manto a la heroína, Jolene, que vive en Blackcountry, y tiene que enfrentarse a un reto más grande que la vida. Esto permite al autor jugar con todas esas posibilidades que dan las realidades ocultas, imbuido por una influencia manga y un aire Metal Hurlant. Cuando la historia precisa un determinado mensaje, utiliza una doble página, normalmente algo relacionado con el misticismo producido en la relación héroe-maestro. Cada vez Jolene va descubriendo y descubriéndose.

La parte decisiva de este comic, el combate, es más espiritual que físico. Es un concepto ya empleado antes, pero no recuerdo muchas obras en las que se hablase con enemigos antes que derrotarlos, y no hablo de las clásicas monsergas moralistas de los superhéroes de turno, pues en este caso no son enemigos arquetípicos al uso. Esto te hace ver en que no es un comic cualquiera que publican las grandes editoriales, es una historia mucho más grande que todo eso, más grande incluso que el comic en el que está publicado. La verdad es que es una decisión muy valiente tomada por Víctor, y es de agradecer estas propuestas.

La parte final es digna de elogio. Se va tornando en una sucesión de viñetas en el plano astral que se muestra en la otra realidad y aquí toma mucha importancia la fotoluminiscencia. Me quedo con la decisión tomada por Jolene con respecto a su misión inicial, acorde a toda la relación vista con su mentor. Queda reflejada, además, en la última página del cómic, la de los agradecimientos, la intención del autor de hacer al lector reflexionar en torno a todo lo que se ha ido presentando.

Como ya he comentado antes, es un comic que puedes leerlo de un tirón y luego acercar cada doble página a una fuente de luz para cargar la tinta y admirar la otra realidad oculta a simple vista. Puedes tocar la tinta y adivinar por dónde irán los tiros cuando apagues la luz, ofreciendo infinitas lecturas. Es una pena que no se vean más propuestas.

La posibilidad de Screen Panels

Esta historia no podía acabarse en papel, por lo que Víctor decidió lanzar una campaña de micromecenazgo para explorar las posibilidades del digital con este comic, visto el éxito que había tenido relanzando Kann de manera personal. Ambos tebeos emplean el uso de las Screen Panels, que no deja de ser viñeta/página que se adapta a la pantalla completa de cada dispositivo, haciendo que la lectura sea secuencializada y dinámica, casi como una animación. Esto da pie a poder lanzar una nueva edición que mantiene el espíritu que tenía la tinta serigrafiada, más que limitarse a un PDF más, como suele pasar.

Víctor Puchalski va más allá, despliega un gran catálogo de interpretaciones posibles. Utiliza herramientas del medio de forma novedosa, siempre al servicio del mensaje que quiere transmitir, aunque luego está el que cada lector quiera darle, no siempre tiene que ser expuesta de manera clara. El mensaje llega más adentro cuando haces que el lector se tenga que esforzar, pues lo que más cuesta es lo que más se aprecia y se conserva más tiempo. Doy fe de que en este comic no hay nada al azar.

Para terminar quiero agradecer a Víctor la ayuda en la realización de este artículo y espero poder reseñar lo nuevo que nos comentó.

EDICIÓN

La Balada de Jolene Blackcountry. 2017. Rústica. 21 x 29 cm. 40 páginas. Blanco y negro más serigrafía fotoluminiscente. 15,95 euros. Autsaider Comics.